Las investigaciones internacionales y el acceso a los detenidos, clave para disuadir de nuevos abusos
Las fuerzas de seguridad amharas son responsables de un aumento de las detenciones en masa, los homicidios y las expulsiones de personas de etnia tigré en el territorio de Tigré occidental, norte de Etiopía. Así lo han manifestado hoy Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
Se ha atacado y dado muerte a civiles tigrés que tratan de escapar de la nueva oleada de violencia. Decenas de personas detenidas se enfrentan a condiciones que amenazan su vida y que incluyen tortura, hambre y negación de la atención médica.
“La nueva embestida de abusos por parte fuerzas amharas contra civiles tigrés que permanecen en varias localidades de Tigré occidental deberían desatar las alarmas”, ha manifestado Joanne Mariner, directora de respuesta a las crisis de Amnistía Internacional.
“Sin una acción internacional urgente para prevenir nuevas atrocidades, la población tigré, especialmente las personas detenidas, corre grave peligro.”
Desde que comenzó el conflicto armado en noviembre de 2020, Tigré occidental, un territorio administrativo en disputa, ha sido escenario de algunas de las peores atrocidades, entre ellas masacres, bombardeos indiscriminados y desplazamiento forzado en gran escala de la población tigré.
El 2 de diciembre de 2021, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas informó de que 1,2 millones de personas han tenido que desplazarse de Tigré occidental desde el inicio del conflicto. Un informe publicado por la ONU el 9 de diciembre concluyó que, entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre, más de 10.000 tigrés acababan de desplazarse desde Tigré occidental. El informe decía también que Tigré occidental permanecía inaccesible para las agencias de ayuda humanitaria, a causa de la falta de seguridad.
En noviembre y diciembre, Amnistía Internacional y Human Rights Watch mantuvieron entrevistas telefónicas con 31 personas, entre ellas 25 testigos y sobrevivientes, así como familiares de personas detenidas y expulsadas, para hablar sobre los abusos cometidos por las milicias amharas y las fuerzas de seguridad regionales contra la población civil tigré en las localidades de Adebai, Humera y Rawyan.
Desde principios de noviembre, la policía regional y las milicias amharas, incluidos los grupos de milicia conocidos como Fano, han detenido sistemáticamente a tigrés en Adebai, Humera y Rawyan. Estas fuerzas han separado a familias, han detenido a adolescentes de 15 años y más, y a hombres y mujeres civiles. Han expulsado de la zona a mujeres y a niños y niñas de menos edad, así como a personas enfermas y ancianas. Algunas de las personas expulsadas han llegado a Tigré central, mientras que otras siguen en paradero desconocido.
“Las personas tigrés, independientemente de su sexo y edad, fueron llevadas a una escuela”, contó un hombre de Rawyan que presenció las detenciones casa por casa de tigrés por parte de la milicia Fano. “Separaron a los mayores de los jóvenes, les quitaron su dinero y otras pertenencias. […] A las personas ancianas, los padres y las madres los subieron a grandes camiones que se dirigían al este. Les dejaron marchar sin nada, mientras que los jóvenes se quedaban atrás.”
Tras las detenciones en Humera el 20 y 21 de noviembre, dos testigos describieron cómo habían visto esos días hasta 20 camiones llenos de personas que partían hacia Tigré central.
Seis testigos dijeron que las fuerzas amharas habían disparado a las personas tigrés que trataban de huir de las detenciones en Adebai y las habían atacado con palos y objetos punzantes. A un número indeterminado de personas las mataron. “Empezaron a disparar contra quien estuviera corriendo a su alcance”, declaró un granjero de 34 años de Adebai que huyó a los campos cercanos para escapar de las milicias Fano que los atacaban a él y a otras personas. “A la gente que trataba de escapar […] [las Fano] la atacaban con machetes y hachas, así que nadie pudo huir […] Pasábamos junto a cadáveres y estábamos en shock […] Cuando nos tranquilizamos, nos dimos cuenta de que allí también había más cadáveres. Donde quiera que miraras veías cinco, diez cadáveres.” Según la declaración de cuatro testigos, unos hombres armados dispararon también contra las personas tigrés que cruzaban a Sudán.
Las imágenes de satélite captadas entre el 19 de noviembre y el 5 de diciembre muestran una notable actividad en Adebai, incluidos vehículos en movimiento, grupos de personas alrededor de un lugar de detención improvisado, grandes cantidades de escombros en la carretera principal, y estructuras quemadas. Las imágenes tomadas el 5 de diciembre en Humera muestran a 16 camiones con la parte trasera abierta cerca de la rotonda central de la localidad.
Tres exdetenidos que habían estado recluidos en la prisión de Humera, algunos hasta cinco meses antes de escapar en noviembre, contaron que las autoridades amharas los mantenían en celdas en condiciones de hacinamiento extremo durante largos periodos. Los guardias les negaron la comida y el tratamiento médico, y torturaron y golpearon con palos y rifles a personas detenidas a las que habían atado de pies y manos. Un exdetenido al que habían arrestado el 19 de julio escapó en torno al 13 de noviembre mientras cargaba cadáveres de otros detenidos en un tractor. Según dijo, conocía a 30 personas que murieron mientras él estuvo recluido allí, entre ellas siete de los 200 hombres de su celda: “Todos sufrimos palizas, pero los más vulnerables eran los ancianos”, contó. “No podían soportar la tortura, por eso morían.” Según afirmó, los miembros de la milicia Fano que los golpeaban amenazaron de muerte a todos los tigrés.
Las detenciones, las reclusiones abusivas y las expulsiones separaron a familias y dejaron a comunidades de las tres localidades desesperadas por recibir noticias sobre la seguridad y el paradero de sus seres queridos, de muchos de los cuales no se había vuelto a saber nada después de que los metieran en camiones. Un hombre que huyó de Adebai a finales de noviembre declaró: “Mi esposa y mi madre me llamaron hace cuatro días, me dijeron que las habían subido a unos vehículos y que no sabían a dónde las llevaban. Después de eso, no volví a saber nada de ellas.”
Las autoridades etíopes deben cesar de inmediato los ataques contra civiles, garantizar la liberación de las personas detenidas arbitrariamente y proporcionar urgentemente acceso sin trabas a Tigré occidental a las agencias de ayuda humanitaria y las organizaciones que tengan como cometido visitar lugares de detención. Así lo han declarado Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
Habida cuenta de la gravedad de los abusos que se están cometiendo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU debe establecer con urgencia un mecanismo internacional independiente que investigue los abusos cometidos en el conflicto de Tigré —incluidas las graves violaciones del derecho internacional humanitario (las leyes de la guerra)—, identifique a los responsables en todos los niveles y preserve las pruebas para una futura rendición de cuentas.
El desplazamiento forzado y los ataques deliberados contra la población civil violan las leyes de la guerra. Toda persona que esté bajo custodia tiene derecho a ser tratada con humanidad, y con respeto a su dignidad inherente, lo cual incluye tener acceso a alimentación adecuada y atención médica. Ordenar el desplazamiento de civiles por motivos no requeridos para su seguridad o por necesidad militar imperativa constituye un crimen de guerra, al igual que atacar a civiles que no participan directamente en hostilidades y torturar o maltratar de otra forma a personas detenidas.
“La parálisis global sobre el conflicto armado de Etiopía ha envalentonado a quienes cometen abusos contra los derechos humanos para actuar impunemente, y ha dejado a las comunidades en riesgo con un sentimiento de abandono”, ha manifestado Laetitia Bader, directora de Human Rights Watch sobre el Cuerno de África.
“A medida que aumentan los indicios sobre atrocidades, los dirigentes mundiales deben apoyar la creación de un mecanismo internacional de investigación, y el Consejo de Seguridad de la ONU debe poner a Etiopía en su agenda formal.”